miércoles, 29 de julio de 2009

LA VISITA DEL VERANO


Todos los años, por estas fechas en verano, recibo una deliciosa visita. Sus padres se van de viaje y la dejan unos días conmigo. Unos días en los que disfruto de un ser peludo, cariñoso, juguetón, de lengüita sonrosada y patitas cortas. Me sigue por la casa a todas partes que voy. ¡A todas! Y allá donde me quedo ya sea de pie o sentada, la descubro al instante, pegada a mí y dormida. (Lo sé porque ronca suavito). Cuando llega la noche va hacia la puerta cerrada de mi cuarto, agacha el hociquito, resopla y olisquea varias veces por la rendija que queda debajo para comprobar que sigo allí, y luego se gira como una croqueta dando con la espalda en la madera. ¡Plaf!

Pero a la mañana siguiente viene lo mejor. Al verme levanta feliz sus cortas patitas delanteras al aire mientras mueve el picudo rabito como si fuera una hélice y quisiera echar a volar. Y después me sigue entusiasmada porque sabe que a la hora del desayuno siempre se me cae al suelo, casualmente, un buen trozo duro de pan.

Ahhh..., suspiro apenada. Ya se ha ido, y yo la echo tanto, tantísimo de menos, que estoy deseando que acabe el año y llegue pronto el próximo verano para que vuelva a venir. Y es que así de encantadora es...

¡¡¡RITA!!!

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